Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la eficiencia energética es sinónimo de crecimiento económico y evita las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de las claras ventajas de apostar por este tipo de instalaciones, la tasa de progreso mundial se está desacelerando.
Tal y como apunta la Agencia, la elaboración de proyectos eficientes solo creció un 1,2% en 2018, la tasa más baja desde el comienzo de esta década. Si la tasa hubiera alcanzado el 3%, el mundo habría generado otros 2,6 billones de dólares de producción económica.
“La desaceleración histórica en la eficiencia energética en exige una acción audaz”, asegura Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE. “Podemos mejorar la eficiencia energética mediante el uso de tecnologías existentes e inversiones rentables. No hay excusa para la inacción”.
Según la AIE, el mundo no apuesta por la eficiencia debido a tendencias sociales y económicas, combinadas con factores específicos como el clima extremo. Al mismo tiempo, las medidas políticas y las inversiones no logran seguir el ritmo de la creciente demanda de energía.